La guerra de sucesión es, sin ningún género de dudas, una de las contiendas de mayor trascendencia en la historia de españa y, sin embargo, sigue siendo relativamente desconocido para el gran público si se compara con otros periodos que han gozado de mayor difusión, como pueden ser la guerra de flandes o las guerras napoleónicas. del resultado de la lid dependía mucho más que una opción dinástica u otra, sino toda una manera de entender el estado: el absolutismo uniformador de los borbones, triunfante, enterrará el modelo territorial y pactista de los austrias que había regido la monarquía hispánica en los últimos dos siglos. pero el trono español era un plato demasiado apetecible (salpimentado, además, con las riquezas del comercio con las colonias americanas) para las grandes potencias europeas como para dejar que su disputa fuera asunto únicamente doméstico. el equilibrio de poder en el viejo continente estaba en juego, por lo que el conflicto degenerará en un enfrentamiento a gran escala con múltiples frentes: flandes, el rin, italia, escocia, el caribe y, por supuesto, la península ibérica. sin olvidarnos del imprescindible contexto internacional, sin el cual no se entendería esta compleja guerra, será a este último teatro de operaciones al que dedicaremos este número, en concreto a la primera etapa del conflicto, en el que la suerte de la contienda fluctuó drásticamente entre borbónicos y austracistas y ni siquiera una batalla tan decisiva como almansa, a la que prestaremos especial atención, fue capaz de decantar el resultado final sobre un bando o el otro.