“incluso al narigudo van mis palabras no menos que al otro, pedro, que con él canta”. así refiere dante, en su divina comedia, la cómica estampa de carlos i de anjou y pedro iii de aragón, grandes antagonistas en vida, cantando ahora juntos ante las puertas del purgatorio (div. com., purgatorio vii.12). hacia finales del siglo xiii la corona de aragón alcanzaba los límites de su expansión meridional a costa de los estados musulmanes de la península. ello venía a coincidir con un momento de gran expansión económica, fundamentalmente para cataluña. por ello, la corona resolvió volcar su esfuerzo expansionista, militar y comercial, hacia el mediterráneo. los esfuerzos militar y comercial iban de la mano, pues los primeros redundaban en la apertura de nuevas rutas comerciales que beneficiaban al comercio, fundamentalmente catalán. además ofrecía oportunidades de ganancia a la nobleza aragonesa, ociosa tras el fin de la expansión peninsular. de resultas de esta decisión, la corona de aragón se apoderó primeramente de las islas baleares (en un proceso que comenzó en 1229); luego de cerdeña (ocasionalmente también córcega) y –tras las llamadas “vísperas sicilianas”– entró en conflicto con la casa de anjou por el control del reino de sicilia, lo que se concretó en la creación de un reino independiente (trinacria o sicilia insular) en manos de un hermano del rey de aragón; por tanto también dentro del ámbito de la casa real aragonesa y, por ende, de su ámbito comercial. a estos logros se añadió la llamativa gesta de la gran compañía catalana en bizancio, ejército mercenario formado por los célebres almogávares quienes, habiendo quedado desocupado tras la firma de la paz en sicilia, ofrecieron sus servicios al emperador bizantino en su lucha contra los turcos de anatolia. tras varias peripecias y disputas con bizancio y otros reinos vecinos, los almogávares acabaron apoderándose de los ducados de atenas y neopatria, ampliando con ello la presencia de hombres y mercaderes catalanes y aragoneses en el mediterráneo. de resultas de todo ello la corona de aragón obtuvo una notabilísima presencia en el mediterráneo que se concretó en una amplia expansión territorial y comercial cuya proyección tendría una enorme relevancia para la historia del mediterráneo en el medievo y la edad moderna.